Felipe II y la «Casa a la Malicia»

Felipe II y la «Casa a la Malicia»

Felipe II Trasladó la corte a Madrid y ello dio lugar a la casa a la malicia.

La Corte se traslada a Madrid en julio de 1561. Esto derivó en diversos problemas, uno de ellos fue el del alojamiento. Al no ser definitivo, no realizaron construcciones para alojar a la Corte, ya que hasta que no reinó Carlos I y la situó en Toledo fue itinerante.

Al trasladar la Corte a Madrid, esta triplicó su población en poco tiempo y esto hizo que tuvieran que pensar en una solución:

La Regalía de Aposento o Real Aposento

No fue impuesta por la fuerza, las autoridades madrileñas representantes de la burguesía local, acordaron esta Carga, que no Regalía, con el rey a cambio de tener las ventajas que suponía ser la capital del Imperio español.

Estaba basada en la Junta de Aposentadores, creada por Alfonso XI en 1341 y en los aposentadores de caminos, que visitaban periódicamente los lugares en que residía la Corte. Desde 1621 la institución se denominó Junta de Aposento.

Una Real Cédula de 1621 especificaba quiénes tenían derecho a recibir aposento. Serían todos aquellos que ejercieran oficios, es decir empleos con nómina firmada por el rey.

Carga de aposento

Es un impuesto o censo sobre las casas de Madrid. Por hacerse Corte ofreció a Felipe II darle palacio cómodo y alojamiento para toda su comitiva.

Era de origen Medieval y lo promulgó Felipe II. Obligaba a que los propietarios cedieran gratis la mitad de su vivienda para el alojamiento de los servidores reales.

Se debía ceder la mitad de cada una de las casas madrileñas, y no sólo de las que existían en el momento en el que se asentó la Corte, sino de las que se reedificasen por estar en ruina o que se mejorasen y aumentaran.

Era un derecho que aludía no al uso o usufructo, sino al dominio y la propiedad. Todo el personal que formaba el sequito real, se trasladaba desde Toledo a Madrid:

  • la nobleza,
  • funcionarios reales,
  • ordenes religiosas
  • las tropas que se trasladaban por el reino
  • y el resto de personajes de importancia

Se obligó a los vecinos a acoger en sus casas a todo el séquito y para ello tenían que ceder la segunda planta de las casas.

Como la población de la villa no quería ser obligada a albergar a huéspedes de la nobleza, usó algunas artimañas para no hacerlo.  Por esto construyeron cámaras en la parte superior. De ahí vinieron las nuevas construcciones, llamadas Casas a la Malicia o Casas de Malicia.

Construían los tejados mas bajos en la parte exterior de las calles, pequeñas ventanas o a veces sin ventanas .

Los vanos de la plantas que se deseaban ocultar eran pequeños y situados de manera desordenada, lejos de cualquier ordenación arquitectónica, o pareciendo ser pequeñas sobreventanas de la planta mostrada y reconocida en lugar de lo que realmente eran.

Las ventanas de la planta oculta situada sobre aquella, dejando ver una construcción con una sola planta y las cámaras o cuadras en la parte de atrás.

Así evitaban la obligación del alojamiento de estos nobles, aunque no podían evitar pagar un impuesto por ello.

Durante aquel tiempo se construyeron pocas casas en Madrid de dos pisos, porque lógicamente dos pisos convertían una vivienda en claramente divisible.

Se marcaba entonces la casa por la Junta de Aposento como de incómoda partición, y pasaba a engrosar la lista de las casas no materiales.

Pagaban un tributo anual que dependía del estado y clase de la finca y de su localización. Podía ser a perpetuidad, temporal e incluso, inexistente como premio por los servicios a la corona.

Se sustituía la carga por un canon monetario, que se calculaba entre un tercio y la mitad del valor estimado que produciría su alquiler.

Ante la imposibilidad de pagar tales cantidades, algunas terminaban siendo expropiadas y administradas por la Junta, o se llegaba a acuerdos con los propietarios, que cedían una casa y conservaban otra sin cargas.

Las llamadas privilegiadas no tenían la obligación de albergar funcionarios reales, por compra de la exención o bien donación real.

La Junta de Aposento

Era el organismo municipal que se encargaba de la administración del Aposentamiento de la Corte y decidía si una vivienda se declaraba material o no material, y el impuesto que debía pagar.

Era presidida por el aposentador mayor, un cargo de carácter vitalicio que nombraba el monarca. Había cinco aposentadores y se reunían en casa del aposentador mayor.

El Licenciado Don Diego de Corral y Arellano creó la Junta quien tras su nombramiento como Visitador de Aposento en 1618.

Realizó reformas en la Visita de Aposento, incluyendo la anterior Junta y unas nuevas Ordenanzas.

Permaneció en el cargo hasta el momento de su muerte en 1632. Al fallecer la Junta dejó de realizar, por la situación económica de la Corona la Visita General que debía efectuar cada seis años en la que se inspeccionaba, y revisaba la condición de los inmuebles.

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El mejor ejemplo de casa medieval de Madrid está en el número 11 de la calle Cervantes, donde se sitúa la Casa Museo de Lope de Vega, la cual además puedes visitar en el Barrio de las  Letras.

Lope de Vega cumplió la citada regalía de aposento. Tuvo como huésped durante nueve meses al Capitán Alonso de Contreras, en quien se inspiró el escritor Pérez Reverte para su famoso personaje de las novelas del Capitán Alatriste , cuya habitación puedes ver recreada durante la visita guiada.

En el Siglo XVIII, se decidió contar las casas y manzanas que tenía la villa. Así se llevaba un control sobre todo los vecinos para el pago de impuestos.

Había 557 manzanas y 7049 casas. Hoy se puede seguir viendo en las fachadas de los portales del Madrid antiguo de las calles del centro histórico de Madrid los azulejos que numeraban las casas como consecuencia de esa visita.. – Visita G. Manzana nº. –

El trabajo, muy ambicioso, dio como fruto el levantamiento de la Planimetría General de Madrid y el Catastro de la Villa y Corte, entre 1749 y 1759, con una documentación exhaustiva.

A pesar de ello, el control era más un deseo que una realidad, como demostraron los  acontecimientos de 1766 (motín de Esquilache). Años mas tarde, ya se decidió ponerles nombres a las calles.


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