Las escuelas de hilazas

Las escuelas de hilazas

En 1717 el complejo Industrial Alcarreño, el mas grande de la península nace con el propósito de aumentar la producción textil nacional.Tiene privilegios como que no tiene que pagar portazgos, aduanas, alcabalas o cientos por la compra de materias primas, ni tampoco por la venta de paños.

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El director de la fábrica era intendente y corregidor de la ciudad de Guadalajara y juez privativo en todos los delitos e infracciones que cometían sus empleados.
Éstos, a su vez, gozaban de un fuero especial que les eximía de quintas y levas, alojamientos, bagajes y todo tipo de repartos.

La fábrica dura más de un siglo, concretamente hasta 1822. A partir de 1750 el Estado traslada parte de la producción al Real Sitio de San Fernando, a la villa de Brihuega y a Guadalajara.

El 78% de los empleados son hilanderas e hilanderos en 168 escuelas de hilar en las provincias de Guadalajara, Toledo, Madrid, Ciudad Real, Cuenca y Soria.

Eran escuelas de hilazas que dependían de la Real Fábrica de Guadalajara, donde asistían niñas entre diez y catorce años para aprender un oficio.

En cada una de estas escuelas había “Un maestro de hilazas”. Este era un artesano que conocía el oficio, era examinado por la fábrica y a su vez contratado por esta.

Cada maestro cardaba la lana para que sus discípulas pudiesen sacar el hilo fino. No cobraba hasta que no conseguía el hilo y lo entregaba. Por esta razón hacía trabajar a sus discípulas para conseguir la mayor cantidad y calidad posibles.

Las juntas de caridad, las justicias y los notables locales eran los encargados reclutar a pobres para las escuelas.

En un informe de 1787, figuran los pueblos de Toledo a cuyas justicias se ordena reconvenir. Entre ellos se hallan Lominchar, Cedillo, Almonacid de Toledo, Alameda de la Sagra, Añover de Tajo, Yepes, Huerta, Ciruelos, Ocaña, Dosbarrios e Illescas.

Las respuestas que llegan a la fábrica coinciden en pedir aumentos en las remuneraciones o “premios” para seguir allí, ya que prácticamente no les pagaban nada, porque según decían ellos estaban aprendiendo.

 

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En Dosbarrios, Ocaña y Añover de Tajo, los padres sacan a las niñas de las escuelas “para los trabajos del campo en que interesan más”. Pero para las autoridades de la fábrica, los trabajos de “ir a rebuscar uva y aceituna en sus respectivas temporadas, y a espigar en la recolección de granos” son simplemente “ociosidad”.

Según el reglamento las hilanderas no debían cobrar mas de 3,5 reales por cada libra de estambre hilado, aunque es raro que en 1780 las hilanderas que llegaran a cobrar un real.
La dirección no podía ceder porque suponía “un gasto excesivo” y un “sacrificio para la hacienda real”.

Si alguna vez se llegaba a cobrar alguna paga extra, ropa o dote se intentaba que fuera financiada por la caridad privada, por el arzobispo de Toledo o por el rey. Esto se recibía en calidad de “limosna”.

En una ocasión 60 hilanderas de Aranjuez solicitaron una limosna para ayudar a sus padres. Aprobaron entregar 30 reales a cada una, dejando claro que era porque allí al ser Real Sitio, los alimentos eran mas caros.

Las remuneraciones eran muy bajas, que no llegaban ni para comer. Comprarse un hato de ropa sencillo una mantilla, dos pañuelos, dos camisas, jubón de paño o estameña, un delantal de algodón, un guardapiés de bayeta, un par de medias y otro de zapatos se necesitaba trabajar todo un año.

Esa equipación estaba valorada en 150 reales. Esto es lo que pedían las autoridades de Añover de Tajo para las 50 niñas de su escuela y fue denegado.

Mas tarde en 1789 la sucursal de San Fernando se traslada a Guadalajara. Paga a mujeres adultas que trabajan en su casa por 1,5 a 2 reales al día mientras que un aprendiz de hacer canillas cobraba 3 reales. Un maestro de oficios 20, y el superintendente ganaba 60 reales.

Mano de obra reclusa

Las Reales Fábricas podían utilizar en los tornos la mano de obra de las cárceles, sobre todo mujeres y niños. Eran trabajos forzados y de remuneraciones que se inscriben en la manutención de los internos.

Al comienzo de la factoría alcarreña se establece en Guadalajara un “seminario de muchachos” que eran llevados desde el Refugio de Madrid, para enseñarles todas las máquinas de la fábrica, aunque en realidad se les mantiene de cinco a siete años hilando en los tornos con una fuerte disciplina.

Las fugas predominan a pesar de que se exponen a la reclusión. En la Galera de Madrid también funciona hasta 1796 una escuela de hilar para la fábrica de Guadalajara, y otra probablemente en la casa de corrección de San Fernando.

Las hilanderas de Villanueva de Alcardete se quejaron porque las decían que entregan su trabajo bien, pero que les pagan mal y en géneros de lienzo. Se ven tal mal que dejan de hilar y se dedican a hacer medias y otras cosas.

En 1817 trabajaron para la fábrica de estameñas de Manuél Sánchez Comendador, en Toledo. El director de las Reales Fábricas de Guadalajara Juan López de Peñalver protestó porque los fabricantes locales vulneran el privilegio de establecimiento abriendo ellos mismos escuelas de hilar.

Anunció que con las máquinas de hilar desaparecerían progresivamente las hilanderas artesanas, como así ocurrió.

Hilanderas en Nueva España

El virreinato de Nueva España llegó a abarcar los territorios de España en Norteamérica, Centroamérica, Asia y Oceanía.

En Nueva España se implantó en el mismo momento de su colonización. Las hilanderas trabajaban en la casa, en la calle e incluso eran ayudadas por sus niños y además atendían sus pequeños negocios de comida.

Tenían que aceptar los precios del “habilitador” para el algodón hilado o tejido o lo vendían ellas con una gran competencia.

Se las pagaba 4 reales por libra en 1629, por cocinar y limpiar ganaban de 2 a 6 reales. Los salarios aumentaron en 1633 cuando los oficiales de la Corona pusieron un salario mínimo.

En Temascaltepec las hilanderas eran casi siempre viudas y eran de las mas pobres de la ciudad por lo que se les perdonaba el pago de impuestos porque tenían familia que mantener.

El hilado lo hacían a mano con una pequeña rueca, producían una fibra mas fina y la calidad era mayor.

Como había muchas mujeres en los centros urbanos les daban un pago mínimo por su trabajo. La sustitución de indígenas rurales por mestizas urbanas se realizó cuando los habilitadores españoles entraron como intermediarios entre las hilanderas y el consumidor.

Durante el periodo de 1802 a 1809 debido a las guerras en Europa ante la carencia de productos españoles hubo una invasión de productos textiles ingleses, lo que permitió que los comerciantes de Veracruz se especializaran en estos productos.

Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla y Horcasitas, II conde de Revilla Gigedo, Virrey de Nueva España creó en 1791 una escuela de tejido y propició la construcción de talleres para la manufactura del algodón y la seda.

La Guerra de la Independencia en España afectó a los textiles en México. A principios del siglo XIX el desempleo entre las hilanderas era notorio. No se integraron a la mano de obra asalariada hasta el proceso de industrialización de México.

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13 comentarios en “Las escuelas de hilazas

  1. Curiosa la historia de las escuelas de hilaza con sus preivilegios y fueros especiales, de los que creo abusaron al no remunerar debidamente a sus empleados. Es triste que a causa de una mala gestión y otros problemas, se haya perdido la primacía que ostentábamos en la industria textil europea.
    Gran artículo bien documentado.
    Un abrazo 🙂

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