La leyenda de la ventana. El bautizo de Felipe II

El príncipe Felipe fue bautizado en Valladolid 15 días después de nacer en el convento de San Pablo. Recibió el agua bautismal de manos del arzobispo de Toledo, acompañado de los obispos de Palencia y Osma .

Sus padrinos, fueron el duque de Béjar, condestable de Castilla, y Leonor, hermana mayor de Carlos , que era la reina de Francia.

Para ser bautizado, la tradición mandaba que el recién nacido fuese bautizado en la zona que correspondiese a la iglesia más cercana, que era la Iglesia de San Andrés. Sin embargo , la familia real deseaba que Felipe fuese bautizado en la iglesia de San Pablo. La solución que encontraron para solucionar el problema fue romper una de las rejas y sacar al niño por la ventana.

Por ahí se sacó al bebé, a la calle de Cadenas de San Gregorio, que ya pertenecía a la zona de San Pablo. Cuatro siglos después, la reja sigue tal como se dejó como recuerdo de lo que se hizo.

La leyenda cuenta que por una de las ventanas del palacio, de la que cuelga una cadena, fue sacado el rey Felipe II al nacer para que fuera bautizado en la Iglesia de San Pablo, pues de salir por la puerta del palacio debería haber sido bautizado en la cercana Parroquia de San Andrés.

Sin embargo, parece ser que leyenda es una deformación de los hechos reales: para el bautizo de Felipe II se construyó un pasadizo elevado entre la iglesia de San Pablo y el palacio para que la familia real discurriese por él sin pisar la calle. Al estar elevado el pasadizo, se usó como salida del palacio una de las ventanas, sin que sepamos con certeza cuál pudo ser.

Así el miércoles 5 de junio de 1527, día que fue elegido por Carlos V para el bautizo del príncipe Felipe , la comitiva bautismal salió del palacio de don Bernardino Pimentel por un pasadizo de madera elevado construido para la ocasión y adornado por ramaje, flores y frutas naturales , y caminó hasta la iglesia de San Pablo.

La música y las aclamaciones de la muchedumbre acompañaron el cortejo que formaban el Condestable de Castilla (que llevaba al príncipe en brazos ), el duque de Alba, el conde de Salinas, el conde de Haro, el marqués de Villafranca, y el marqués de Vélez. Detrás iba doña Leonor la reina de Francia, el duque de Béjar, muchas damas y caballeros luciendo ricos vestidos y joyas.

La iglesia de San Pablo fue adornada con todo el lujo y la grandiosidad posibles, ostentando preciosas colgaduras y multitud de luces, candelabros, arañas, flores y suntuosos estrados. Imponiéndole el nombre de Felipe, que por cierto lloró muy fuertemente mientras le echaban el agua.

Tras el bautizo, hubo en Valladolid y Castilla grandes fiestas con torneos, banquetes, corridas de toros, fuegos artificiales, cucañas y bailes.

Esta leyenda está reflejada en uno de los paneles de azulejos que relatan la vida de la ciudad en tiempos de Felipe II, realizados por el talaverano J. Ruiz de Luna entre 1939 y 1940, que están en el zaguán de este palacio, en él se ve el pasadizo que, partiendo de la ventana serrada, llega desde el Palacio Pimentel hasta la puerta del templo dominico, cuya fachada en aquel tiempo tampoco era la que tiene actualmente, ya que la reforma el Duque de Lerma a principios del XVII.

Actualmente la ventana sigue estando con una reja rota.

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