Felipe IV llamado «el Grande» o «el Rey Planeta»

Felipe IV  llamado «el Grande» o «el Rey Planeta»

Felipe IV fue rey de España y Portugal. Un rey muy culto y muy mujeriego. En 1991 volvió a estar presente su imagen, ya que se hizo una película en clave de humor llamada «El rey Pasmado». Mote que se le dio en su momento por la imagen que mostraba su rostro.

El rey pasmado es una película cómica e histórica española de 1991 dirigida por Imanol Uribe, basada en la novela de Gonzalo Torrente Ballester «Crónica del rey pasmado».

Mas tarde volvió a estar en la televisión española, gracias a la serie «Águila Roja». Es una serie de aventuras, de ficción, con personajes históricos. Águila Roja, es un guerrero vengador que actúa disfrazado y con la cara cubierta.

Dedica su vida a investigar el asesinato de su mujer. Pero la investigación no resulta fácil ya que detrás de todo existe una conspiración para cambiar el curso del país, pasando por un regicidio. Su padre es Felipe IV, el rey de las Españas.

Esta serie que comenzó el 19 de febrero de 2009 en Rtve, y estuvo nueve temporadas. En esta serie Águila roja es hijo del rey Felipe IV.

En rtve a la carta se pueden ver todos los capítulos emitidos. Aquí dejo el enlace del primer capítulo.

http://www.rtve.es/alacarta/videos/aguila-roja/capitulo-1-aguila-roja/383800/

Para saber la historia real de Felipe IV seguir leyendo este artículo. La historia real supera a la ficción.

 

Contenido

Infancia de Felipe IV.

Felipe IV el nuevo rey.

Su primer matrimonio con Isabel de Borbón.

Su segundo matrimonio con Mariana de Austria.

Las amantes de Felipe IV.

Los hijos bastardos de Felipe IV.

Muerte de Felipe IV.

 

Infancia de Felipe IV

Felipe IV España Velazquez Mariana de Austria Isabel de Borbón Casa de Austria Meninas Rendición de BredaNació en el Palacio Real de Valladolid el 8 de abril de 1605. Era hijo de Felipe III “El piadoso” y Margarita de Austria, que era prima segunda de su marido. Tuvieron ocho hijos y Felipe fue el tercero y el primer varón.

Lo bautizaron siete semanas después de su nacimiento. Era el domingo de Resurrección de 1605 y se realizó en la iglesia de San Pablo en Valladolid al igual que su abuelo Felipe II.

Su padrino fue el Valido de Felipe III, el duque de Lerma. Este era el Valido y principal ministro de Felipe III. Llevó al niño en brazos hasta la iglesia y le pusieron por nombre Felipe Dominico Víctor.

Regresaron en 1606 a Madrid. Fue educado en al Alcázar Real de Madrid. El 13 de enero de 1608, el príncipe, que todavía no tenía tres años de edad, recibió el tradicional juramento de fidelidad de parte de sus futuros súbditos en la iglesia de San Jerónimo.

El nacimiento del último hijo de la reina en 1611, el infante don Alfonso acabó por costarle la vida a la Reina.

En 1611 el duque de Lerma, para asegurar su propio dominio en el séquito del príncipe, se nombró a sí mismo ayo y mayordomo mayor, y durante el año siguiente, se le encomendó la educación del príncipe a Galcerán Albanell, un noble catalán conocido por su erudición.

Le enseñaron unos conocimientos básicos de Geografía, Historia y Matemáticas y se le inició por primera vez en el arte de la guerra en 1614, presentándole un ejército de soldaditos de madera diseñados para él por Alberto Struzzi, parece que se hizo muy poco para prepararle para su futuro papel de Rey.

Más tarde, él mismo explicaría, en las páginas autobiográficas que acompañaban su traducción del italiano de los libros ocho u nueve de la Historia de Italia de Guicciardini, que «por mis pocos años no pudo el Rey mi señor, que está en el cielo, introducirme cerca de su persona en los negocios de esta Monarquía».

Estaba a punto de ser iniciado en la lectura de los documentos de estado en el momento en que ocurrió la prematura muerte de su padre.

Felipe III cuando su hijo tenía 10 años en 1615 concertó su matrimonio con la princesa de Francia Isabel de Borbón hija de Enrique IV de Francia, que tenía 12.

Lerma tomó medidas para asegurar su continuo dominio sobre el príncipe, nombrando a su hijo mayor, el duque de Uceda, sumiller de corps, y al hermano menor de Uceda, el conde de Saldaña, caballerizo mayor.

Pero Lerma cometió el fallo de incluir entre los nuevos gentilhombres de la Cámara del príncipe a Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares, quien, aunque en ese momento era un aliado de Uceda, tenía claras ambiciones políticas propias.

Felipe IV España Velazquez Mariana de Austria Isabel de Borbón Casa de Austria Meninas Rendición de Breda Conde Duque de Olivares
Conde.Duque de Olivares

El conde-duque de Olivares no era del agrado del príncipe, pero acabó ganándose su confianza, adulándole y aprovechándose de la pasión del príncipe por la equitación y el teatro. Cuando Lerma perdió el poder, Felipe III nombró al tío de Gaspar, Baltasar de Zúñiga como Ayo del príncipe.

En 1619 Felipe III y el Príncipe de Asturias viajaron a Portugal, acompañados por Zúñiga y Olivares, para celebrar una reunión de las Cortes en Lisboa, en la que los portugueses juraron lealtad al heredero al trono.

En el viaje de vuelta a Madrid el Rey cayó enfermo en Casarrubios del Monte y, aunque se recuperó de la enfermedad, su salud quedó mermada de ahí en adelante. Cayó de nuevo enfermo a comienzos del mes de marzo de 1621 y murió el 31 de ese mismo mes a los cuarenta y dos años de edad.

 

 

Felipe IV el nuevo rey

Al morir el padre de Felipe IV el 31 de marzo de 1621, cuando contaba solo con 16 años, es proclamado rey. Fue recibido con alegría pero muy pronto se despreocupó de los asuntos de Estado.

A Felipe IV, le quedaban unos días para cumplir dieciséis años cuando su confesor dominico, fray Antonio de Sotomayor, entró en su habitación para decirle que su padre había fallecido. Tras Sotomayor entró el conde de Olivares e inmediatamente se hicieron los cambios necesarios tanto en la administración real como en el séquito.

Pasó Baltasar de Zúñiga a tener el control y Olivares fue nombrado sumillers de corps, puesto que le permitía mayor acceso al rey. Los cambios que relató Quevedo en sus grandes Anales de quince días, anunciaban la llegada de un nuevo régimen y un triunfo para Guzmán, Zúñiga y Haro frente a los parientes de los duques de Lerma y Uceda.

Cuando murió Zúñiga en 1622 Olivares empezó a erigirse como el principal ministro del rey. Felipe cedió todo el poder al que sería su Valido el conde duque de Olivares. El rey así pudo disfrutar de los placeres de la vida.

El artista Rubens, que pasó muchas horas con él en su visita a Madrid en 1628-1629 comentó: «Por naturaleza está dotado de todas las gracias tanto corporales como espirituales, pues en mis contactos diarios con él he llegado a conocerle bien. Y sin duda sería capaz de gobernar en cualquier circunstancia si no le faltara la confianza en sí mismo y no delegara tanto en otros».

La formación de Felipe incluía un plan de estudios sobre Historia y Geografía, el estudio del francés y el italiano, y también la lectura de «diversos libros de todas lenguas, y traducciones de profesiones y artes, que despertasen y saboreasen el gusto de las buenas letras.

Felipe IV fue un mecenas de las artes, las fiestas y la cultura. Ayudó en la creación literaria, artística y teatral. Su corte era la mas esplendida de su época, mientras el país vivía una grave crisis económica. La Corte se vio envuelta en grandes escándalos y corrupciones.

Felipe IV España Velazquez Mariana de Austria Isabel de Borbón Casa de Austria Meninas Rendición de Breda
Felipe IV

Llegó a ser el rey del Siglo de Oro Español, con escritores como: Quevedo, Baltasar Gracián, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina. Pintores como: Zurbarán, Murillo, Maino y sobre todo el gran Velázquez.

Diego de Velázquez, fue nombrado pintor del Rey en 1623 y trabajaría para él en el palacio durante casi cuarenta años.

Su extensa colección de pintura es el núcleo central del Museo del Prado de Madrid. Ayudó a la ciencia y el saber de entonces y formó una gran biblioteca con miles de libros. Adquirió unos ochocientos cuadros para el Palacio del Buen Retiro, un palacio de recreo en la afueras de Madrid cuya construcción impulsó Olivares para resaltar la grandeza del “rey planeta” como un ambicioso proyecto artístico.

Reunió una impresionante biblioteca privada; el nuncio papal en 1633 lo describió como alguien que se retiraba dos horas al día tras el almuerzo para leer. Además de la biblioteca, disponía también de un cuarto reservado para libros e instrumentos musicales; llegó a convertirse bajo la tutela del «Capitán» Mateo Romero en un gran aficionado de la música, y le gustaba dirigir sus propias composiciones.

En cuanto al teatro, la representación de comedias con gran aparato escenográfico, tan del gusto barroco, fue habitual en la Corte en la década de 1630. Toda una gran generación de autores dramáticos, encabezada por Calderón de la Barca, fue coetánea de Felipe IV, quien fue también gran aficionado a la música y autor de algunas composiciones.

Instruido por su maestro de dibujo, fray Juan Bautista Maino, también parece que llegó a ser un consumado artista aficionado, y pronto demostró que había heredado de los Habsburgo el aprecio por las artes visuales.

Para ofrecer al rey  una distracción de sus preocupaciones del despacho, a la vez que para distraerle de sus ambiciones militares, Olivares emprendió, al comienzo de la era de los treinta, la construcción y provisión de un palacio de recreo, el Buen Retiro, en las afueras de Madrid.

Fue en el Buen Retiro, inaugurado en 1633, y ampliado y retocado constantemente durante el transcurso de toda una década, donde Felipe IV, como mecenas de las artes y las letras, demostró plenamente su valía. Ver Napoleón y el viejo del agua de Madrid

Aclamado como el «Rey planeta», porque el sol era el cuarto de los planetas, Felipe IV cumplió en el Buen Retiro, de manera mucho más clara que en el lóbrego y anticuado Alcázar, la ambición del conde-duque de convertirle en un Monarca supremo no solo en el arte de la guerra, sino también en las artes de la paz.

Rodeado de un brillante círculo de poetas y dramaturgos —entre ellos Lope de Vega, Calderón de la Barca, Antonio Hurtado de Mendoza, Francisco de Quevedo y Luis Quiñones de Benavente— el Monarca era el pilar central de una esplendorosa vida cortesana.

Felipe IV España Velazquez Mariana de Austria Isabel de Borbón Casa de Austria Meninas Rendición de Breda
Velazquez

A los pintores de la Corte, liderados por Velázquez, se les encargó la decoración de la sala central del palacio, el Salón de Reinos, con un conjunto de doce pinturas de batallas que glorificaran los triunfos de sus generales en una serie de victorias que iban de Flandes a Brasil.

Felipe IV era “un hombre de gran estatura para la época, delgado, de cabellos rubios y ojos verdes, de nariz y mentón prominente, al igual que lo habían sido su padre y su abuelo”. En el plano intelectual era mas inteligente que su predecesor y en el religioso, era piadoso pero menos que aquel. Sensible e inteligente por naturaleza, escudaba su timidez, como su abuelo Felipe II, tras la compostura ceremonial.

Fue muy buen deportista, gran jinete y apasionado por la caza. Su evolución física y anímica puede seguirse en los numerosos retratos de Diego Velázquez, su pintor de cámara, que lo inmortalizaría en diversas actitudes.

Amante de los placeres y de voluntad un tanto débil, pero dotado de una notable cultura y aficionado a la música y al teatro, su profunda religiosidad estuvo siempre en conflicto con su temperamento sensual.

Las derrotas y desgracias de la monarquía agudizaron su sentimiento de culpabilidad. Según se constata en su correspondencia con Sor María Jesús de Ágreda, estaba convencido de que aquéllas eran, en buena parte, un castigo divino por sus pecados.

Su Valido Gaspar de Guzmán, el conde duque de Olivares quería fortalecer la monarquía mediante la unificación de los recursos humanos, económicos y militares de los diferentes reinos. Para conseguirlo puso en marcha los recursos de Castilla y solicitó la contribución de los demás reinos (Unión de Armas en 1624) a pesar de vulnerar sus privilegios.

 

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Rendición de Breda

Cuando finalizó la tregua de los doce años con las Provincias Unidas de 1621, se reanudó la guerra y tras la rendición de Breda por Antonio de Spinola 1624 a 1625 se alargó sin éxitos de ninguno de los contendientes. Los Tercios españoles luchaban en Alemania apoyando a los Habsburgo austriacos en la Guerra de los Treinta Años y en Italia en la Guerra de Sucesión de Mantua 1629-1631.

Al subir al trono de Inglaterra Carlos I se volvió a estar confrontados España y el país anglosajón, ya que hubo un ataque inglés a Cádiz en 1625. La victoria española en Nordlingen Alemania en 1634 fue el motivo por el cual Francia declaró la guerra a España  en 1635.

El cardenal-infante Don Fernando, hermano de Felipe IV llegó a las puertas de París 1636 pero se tuvo que retirar por falta de recursos.  Francia ocupó el Rosellón en 1639 y el almirante Tromp de la escuadra holandesa derrotaba a la española en las Dunas.

Olivares obligó a Portugal y a la Corona de Aragón a contribuir a los gastos  sin respetar sus privilegios. Cataluña y Portugal se revelaron. El conde-duque fracasó y esto motivó su destitución en 1643 a favor de Luis de Haro.

El Rey ejerció sus obligaciones de manera extremadamente puntillosa y con gran decoro. Pasaba largas horas dedicado a asuntos de Estado, leyendo despachos y anotando consultas. No había lugar para el regreso de los Validos, pero Haro consolidó gradualmente su supremacía al final de la década de los cuarenta, poniendo en contra hábilmente a familias y facciones políticas rivales y regentando, de modo discreto.

Gobernaba mediante una comisión y a través de una junta informal cuyos miembros principales eran él mismo, los condes de Monterrey y Peñaranda, y los marqueses de Leganés y los Balbases.

España reconoció la independencia de las Provincias Unidas en el tratado de Westfalia. En 1653 Francia Aliada con Inglaterra, después de la conquista de Jamaica y las victorias en Las Dunas y Dunkerque en 1658 obligó a España a firmar la paz de Los Pirineos en 1659.

Tuvo que ceder España el Rosellón, parte de La Cerdaña y de los Países Bajos a Francia. Los últimos años de Felipe IV se intentó recuperar Portugal, pero al final se tuvo que reconocer su independencia en 1668 una vez muerto el rey.

 

 

Su primer matrimonio con Isabel de Borbón

Felipe IV España Velazquez Mariana de Austria Isabel de Borbón Casa de Austria Meninas Rendición de Breda
Isabel de Borbón

Era hija de Enrique IV de Francia. Isabel, ya con diecisiete años, “era esbelta, de cabellos y ojos oscuros, rostro ovalado y perfil bien dibujado”. Además de fina y elegante, era una mujer “extraordinariamente virtuosa”, rayando en la santidad (aunque los maledicentes le achacaron amores con el conde de Villamediana). Fruto de este matrimonio fueron siete hijos, de los cuales solo llegaron a adultos dos:

María Margarita de 1621, fallecida en el nacimiento. Margarita María Catalina de 1623, vivió un mes. María Eugenia de 1625, no llegó a vivir dos años. Isabel María Teresa de 1627, fallecida en el nacimiento.

Felipe IV España Velazquez Mariana de Austria Isabel de Borbón Casa de Austria Meninas Rendición de Breda Baltasar Carlos
Baltasar Carlos

Baltasar Carlos de 1629. Vivió diecisiete años, falleciendo debido a la viruela, aunque el Dr. Marañón afirmaba que “murió a consecuencia de los juveniles excesos con una mujer de encantos arrebatadores”.

Era príncipe de Asturias y era el heredero al trono español e incluso ya se le había buscado esposa que sería Mariana de Austria, sobrina de Felipe IV.

Un infante alegre, de cabellos rubios y carácter vivaz al que inmortalizarían los pinceles de Velázquez. Este prometedor infante en el que se tenían puestas grandes esperanzas

María Ana Antonia de 1635, que vivió casi dos años.

Felipe IV España Velazquez Mariana de Austria Isabel de Borbón Casa de Austria Meninas Rendición de BredaMaria Teresa Luis XIV
Infanta Maria Teresa

María Teresa nacida el 20 de septiembre de 1638, que fue reina consorte del rey francés Luis XIV Se casó el 9 de junio de 1660. La entrega como prometida fue en la Isla de Los Faisanes en el rio Bidasoa. Es la “responsable” de que el trono de España esté ocupado hasta hoy por la casa de Borbón.

La reina Isabel de Borbón se atrevió nada menos que a enfrentarse con el todopoderoso conde duque de Olivares y, lo que es mas de ensalzar, salió triunfadora del envite.

Consiguió que Felipe IV atendiese sus quejas, que eran las del reino, y desterrase al valido a sus posesiones de Loeches de donde marcharía a Toro, donde murió de una sífilis terciaria, según el Dr. Gargantilla el 22 de julio de 1645 , a los cincuenta y ocho años de edad.

El 26 de septiembre de 1644 la reina enfermó de gravedad, falleciendo diez días mas tarde, a los cuarenta y un años, posiblemente por causa de una infección respiratoria.

Isabel de Borbón muere en 1644, después de veintinueve años de matrimonio, teniendo la edad de cuarenta y un años.

El rey tras perder a su esposa, a su heredero y a su Valido buscó la ayuda espiritual de Sor María de Agreda, que se convirtió en su confidente y consejera.

 

 

Su segundo matrimonio con Mariana de Austria

Felipe IV España Velazquez Mariana de Austria Isabel de Borbón Casa de Austria Meninas Rendición de Breda Mariana de Austria
Mariana de Austria

Se casó de nuevo con Mariana de Austria en el año 1647. Esta era hija del Emperador Fernando III.  Ella ya había sido la prometida de su hijo Baltasar Carlos. Se celebró la ceremonia en 1649 en Navalcarnero, Madrid.

La boda por poderes entre Felipe, de cuarenta y un años y Mariana, una jovencita de apenas quince, tuvo lugar en Viena el 8 de noviembre de 1648 y la ceremonia oficial en Navalcarnero el 4 de octubre de 1649 pues así de largo fue el viaje.

Madrid recibió a la reina con gran alegría. No era muy guapa: “de piel blanca, nariz aguileña y pelo rubio, en su rostro se dibujaban unos labios gruesos producto de la reiterada consanguinidad austriaca”.

Tuvieron cinco hijos:

 

Felipe IV España Velazquez Mariana de Austria Isabel de Borbón Casa de Austria Meninas Rendición de Breda Felipe Próspero
Felipe Próspero
Felipe IV España Velazquez Mariana de Austria Isabel de Borbón Casa de Austria Meninas Rendición de Breda Infanta Margarita
Infanta Margarita

Margarita María nació el 12 de julio de 1651, que fue esposa del emperador austriaco Leopoldo.  Era la infanta rubia inmortalizada por Velázquez en “Las Meninas. El Dr. Gargantilla supone que en este famoso cuadro la menina ofrece a la infanta un vaso de arcilla para que se lo coma y así combatir una supuesta vulvovaginitis o una pubertad precoz de la infanta

María Ambrosia de la Concepción de 1655, que falleció a las dos semanas. Al año siguiente nació una niña a la que no dio tiempo a bautizar.

 

Felipe IV España Velazquez Mariana de Austria Isabel de Borbón Casa de Austria Meninas Rendición de Breda Carlos II
Carlos II

Felipe Próspero de 1657, fue nombrado Príncipe de Asturias pero falleció a los cuatro años. Fernando Tomás Carlos nacido el 21 de diciembre  de 1658, vivió solamente
un año y Carlos nacido el 21 de noviembre de 1661, fue nombrado rey de España con el título de Carlos II.

 

 

Las amantes de Felipe IV

En el libro “El rey se divierte” de José Deleito y Piñuela se relata:

“con los primeros hervores de la adolescencia, cuando cabalgó sin freno por todos los campos del deleite, al impulso de pasiones desbordadas. Su tiempo pues estaba destinado al libertinaje, la caza como afición y a las correrías nocturnas por Madrid”.

La relación con las amantes era durante poco tiempo. No hacía distinción de clases, estas podían ser casadas, viudas, solteras, doncellas, damas de la alta nobleza, monjas y actrices.

Las crónicas de Madame D’Aulnoy relatan las aventuras del rey y detallan que pagaba a las prostitutas 20 escudos, cantidad rácana para un soberano que enfadó a alguna meretriz de lujo.

Quevedo escribía en carta a un amigo “hay, parece, nuevas odaliscas en el serrallo y esto entretiene mucho a Su Majestad”. Más cortesano, Antonio de Zayas, duque de Amalfi, decía en un soneto describiendo al rey: “Oculta el traje que severo luce / de amor y gloria devorante fuego / que de sus noches el placer inquieta”.

Y Marañón sostiene que el conde-duque de Olivares le proporcionaba aventuras a Felipe IV para aplacar su “devorante fuego” con otras mujeres y que dejara en paz a la reina cuando estaba encinta, para no perjudicar el embarazo.

 

 

Los hijos bastardos de Felipe IV

Se calcula que tuvo de treinta a cuarenta bastardos. Los mas conocidos son:

Fernando Francisco Isidro de Austria nació en Madrid el 15 de mayo de 1616, fruto de las relaciones con María Chivel, cuando el rey tenía 19 años. Mandó al padre de esta a la guerra con Italia y así la pudo seducir. Fernando vivió poco más de siete años. Fue reconocido por Felipe IV  después de fallecer el niño, ya que le quería mucho y se encuentra enterrado en el monasterio de El Escorial.

Juan José de Austria de 1629. Se le llamó “El gran Bastardo”. Era hijo de María Inés Calderón llamada “La Calderona”, de la que existe un cuadro con un retrato suyo en el convento de las Descalzas. Se le inscribió en el registro de la parroquia de los Santos Justo y Pastor como “hijo de la tierra”, que era como se inscribían a los hijos de padre desconocido.

 

Su padrino fue un caballero de la Orden de Calatrava, el ayudante de cámara de Felipe IV. Se le reconoció como hijo del rey a los 12 años y se le cambió el nombre de Juan de la tierra por el de Juan José de Austria Infante de España con tratamiento de Serenidad.

Este título se daba a los príncipes electores del Sacro Imperio Romano y se le nombró superintendente del ejército para la guerra de Portugal. Fue uno de los políticos mas importantes del reinado de su hermanastro que llegó a ser Carlos II.

Era guapo, sano y tenía fuerte carácter. Cuando tenía 18 años acabó con la rebelión de Masaniello en Nápoles y reconquistó Barcelona. Fue nombrado gobernador de los Países Bajos en 1656; general del ejército enviado para la recuperación de Portugal en 1661-1665; virrey de Aragón y vicerregente de los estados que dependían de aquella corona en 4-VI-1669; designado (aunque renunció) en 1675, para virrey general de todos los dominios españoles en Italia; y elevado en 23-I-1677 a la categoría de privado de Carlos II, cargo que desempeñó hasta su muerte. Tuvo tres hijos naturales. Era como quería el rey que fuese su heredero. Cuando Carlos II subió al trono, juan  mantuvo una pugna con la regente Mariana.

La lucha fue larga pero en 1678 Juan José tomo el poder y confinó a la reina en Toledo. La Calderona tuvo al parecer dos hijos con el rey, Luisa de Orozco Calderón, monja de la que se sabe poco y a Juan José.

El rey Felipe acudía a los palcos de los teatros mas populares de Madrid, como el Corral de la Cruz o el Corral del Príncipe. En este último conoció a la actriz que se conocía como “La Calderona”.

Se casó a los 16 años y además tenía amoríos con un Grande de España, el duque de Medina de las Torres, yerno del conde-duque de Olivares. La entrada de Felipe en la alcoba de la Calderona no hizo salir de ella al noble.

La actriz simultaneaba ambos amantes, hasta que un día hubo un desfase y coincidieron los dos. El rey estuvo a punto de matar allí mismo al duque, pero las súplicas de la amante compartida le salvaron la vida.

El duque se fue al destierro, y la Calderona, al convento alcarreño de Valfermoso de las Monjas, aunque hizo entrada de gran señora, pues recibió el velo del futuro papa Inocencio X, y llegaría a ser superiora.

 

Alonso Henríquez de Santo Tomás de 1631, fruto de la relación con Constanza de Ribera y Orozco, que era dama de honor de la reina Isabel de Borbón. La dejó preñada siendo soltera, la casó con su gentilhombre de cámara, don José Enríquez de Guzmán, de la más alta nobleza de Castilla, que pasaría por padre del bastardo real don Alonso Enríquez de Guzmán, marqués de Quintana y conde de Castronuevo.

Fue reconocido por el marido de Constanza como su hijo. Felipe IV quiso reconocerlo cuando tenía 16 años. Era la viva imagen del rey, como se puede comprobar en el retrato que le hizo Maíno vestido do dominico y le invito a la corte, para ser como llego a ser otro bastardo que fue Juan José.

Era muy fuerte de carácter y rechazó el reconocimiento de paternidad de Felipe IV.  Prefirió ingresar en la Orden de Santo Domingo como Fray Alonso. Al quedarse huérfano fue criado por la familia pseudopaterna, los Enríquez.

Fue una lumbrera como orador, teólogo y filósofo. Fue provincial de los dominicos en Andalucía y obispo de Osma, de Plasencia y de Málaga, sede que ocupó hasta su muerte, además de mecenas que protegió a grandes artistas como el escultor Pedro de Mena o Alonso Cano. Nació en Vélez-Málaga el 24 de julio de 1631 y murió en Málaga el 30 de julio de 1692.

Alonso Antonio de San Martín de 1636, fruto de la relación con Mariana Pérez de Cuevas. Dama de la reina cuyo pecado fue encubierto por don Juan de San Martín, gentilhombre de Su Majestad; el bastardo real llegaría a ser obispo de Oviedo y de Cuenca.

Fernando Valdés de 1638 fruto de su relación con la vasca Ana María de Uribeondo, que llegó a ser gobernador de Novara en Italia y general de artillería en Milán. Murió en 1702

Carlos Fernando de Austria de 1639, fruto de su relación con Casilda Manrique de Luyando  y Mendoza, que era una noble viuda,  guarda mayor de las damas de la archiduquesa Mariana de Austria es decir, precisamente la responsable de vigilar la moral de las damas jóvenes, que de guardiana se convirtió en presa.

Carlos Fernando vivió toda su vida en la Corte con la consideración y el apellido de hijo del rey, aunque no fuese prohijado legalmente. Este se casó y tuvo una hija, Mariana Fernández de Austria, aunque cuando enviudó, ya cincuentón, se ordenó sacerdote y fue canónigo de la catedral de Guadix.

Juan Cosió de Austria fruto de su relación con Teresa Aldama, acabó ingresando en la orden de los agustinos con el nombre de fray Juan de Sacramento, fue un predicador muy famoso en Nápoles. Los napolitanos decían al verlo por la calle durante el reinado de Carlos II: “Ahí va el hermano del rey”, porque se parecía mucho al monarca.

Ana Margarita de Austria nacida en 1641, fruto de su relación con Margarita del’Escala. La más joven de los bastardos reales identificados, que si no fue reconocida de derecho si lo fue de hecho, como prueba su apellido o el tratamiento de Serenidad que le otorgó el rey.

Ingresó a los 12 años en el Real Monasterio de la Encarnación, del que sería abadesa, y que guarda un gran cuadro de su ceremonia de profesión de votos hecho por el pintor de la Corte Antonio Pereda, en el que la real bastarda aparece con San Agustín y la Virgen.

 

 

Muerte de Felipe IV

Felipe IV España Velazquez Mariana de Austria Isabel de Borbón Casa de Austria Meninas Rendición de Breda
Felipe IV

El Rey había sido víctima de una salud precaria desde 1658, cuando su pierna y su brazo derechos quedaron paralizados tras permanecer expuesto al frío y a la humedad, estando de caza en Aranjuez.

Durante el verano de 1665, sufrió terriblemente de cólicos nefríticos, y su última enfermedad se agravó el 11 de septiembre.

Se empezó a sentir mal y se cree que enfermó de disentería y a los pocos días falleció en Madrid el día 17 de septiembre de 1665 a los 60 años. Le sucedió su hijo Carlos, que reinó con el nombre de Carlos II y de regente dado la corta edad de este a su madre Doña Mariana de Austria.

Felipe IV España Velazquez Mariana de Austria Isabel de Borbón Casa de Austria Regente Meninas Rendición de Breda
La regente Mariana de Austria

Asistida por una junta de Gobierno en la que quedaban equilibrados diferentes personalidades e intereses regionales, con tres miembros de Castilla, tres de la Corona de Aragón y un secretario vizcaíno. Las intenciones del Rey quedaron recalcadas mediante la cláusula 54 de su testamento.

En su testamento de 15 de septiembre de 1665, dejó dicho que sus sucesores debían de amar y guardar respeto a las leyes de cada uno de sus reinos. En su lecho de muerte hablo a su hijo Carlos de cuatro años así: «Dios os bendiga y haga más dichoso que a mí».

Cuando murió le vistieron con  «un traje de terciopelo de amusco, bordado de plata, colocaron una espada de plata a su costado, una cruz de diamantes en sus manos cruzadas sobre el pecho, que estaba bordado con la gran daga roja de Santiago y cubrieron la cabeza con un sombrero pardo.

Y así ataviado y encerrado en lujoso ataúd de plata y terciopelo rojo, fue puesto sobre un tablado bajo un dosel iluminado con grandes antorchas de cera, rodeado con la insignia de su Majestad Imperial y guardado por los fieles monteros de Espinosa: mientras que los frailes cantaban y rezaban alrededor del féretro hora tras hora.

El salón en el que el cuerpo de Felipe yacía así, con fúnebre pompa, fue el que había visto tantas horas alegres de su juventud llena de esperanzas; porque era la habitación destinada a escenarios de comedias que había amado no prudentemente, sino demasiado».

Lady Fanshawe describía las honras fúnebres de Felipe IV del siguiente modo: «El cuerpo de Felipe IV desde el 18 de Septiembre viernes, por la mañana, hasta la noche del sábado 19, en una gran habitación de Palacio en la que se acostumbraba representar comedias.

La habitación estaba colgada con catorce piezas de los mejores paños del rey y arriba de ellos ricos cuadros alrededor, todos del mismo tamaño. En el extremo superior del cuarto habían levantado un trono de tres gradas, sobre el que colocaron un lecho más alto por cabecera. El trono estaba cubierto con una rica alfombra persa y el fondo del lecho con un contrapunto de oro. El lecho era de plata, la cenefa y el cielo de oro trabajado en flores sobre cielo carmesí.

Sobre el lecho se hallaba puestos un gran lienzo de gala de lo mismo que la franja y el cielo, y sobre él, estaba un féretro de plata dorada levantado un pie o más en la cabeza que en los pies y en el féretro yacía Felipe IV con la cabeza en una almohada, sobre ella un sombrero de castor blanco, el pelo peinado, la barba arreglada, el rostro y las manos pintados.

Estaba vestido con un traje de seda de color moscado bordado de oro, una golilla o cuello, vueltas las manos que se juntan sobre su pecho asiendo un globo y una cruz dentro».

«Se habían erigido en el cuarto siete altares y docenas de cirios encendidos, y se decían incesantemente oficios por el alma del rey muerto. […]

El cuerpo fue trasladado al panteón real de San Lorenzo del Escorial en una litera de acémilas, custodiada por un familiar del Duque de Medina de las Torres y por cuatro docenas de frailes y algunos oficiales de palacio que tenían la obligación de acompañar al cadáver.

La litera, rodeada de antorchas viajó toda la noche y, el domingo 20 de septiembre de 1665, el Prior del Escorial relevó a los cortesanos de su carga».

Se le enterró en la Real Cripta del Monasterio del Escorial.


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Felipe IV, el rey Sol que nada tuvo de pasmado