La penosa historia de un Rey

Carlos II el Hechizado

El rey Carlos II de España, fue el último del linaje de los Austrias. Enfermó desde su nacimiento hasta su muerte; probablemente por la continua endogamia efectuada por sus ascendientes.

Se sabe casi con seguridad que padeció el Síndrome de Klinefelter, enfermedad genética que consiste en una alteración cromosómica. Dicho síndrome se identifica por infertilidad, niveles inadecuados de testosterona, disfunción testicular, escoliosis, así como diabetes y bronquitis crónica en la edad adulta, retraso mental, y a veces lesiones cardiacas y disfunción tiroidea.

Fue alimentado por 14 amas de cría distintas, que le amamantaron hasta la edad de 4 años. No pudo sostenerse en pie hasta los 6 años de edad, debido probablemente a un raquitismo por déficit de vitamina D.

Padeció epilepsia desde la infancia hasta los 15 años, no aprendió a leer hasta la edad de 10 años y nunca supo escribir correctamente. Padecía ataques de cólera desmesurados y tuvo adicción alimentaria al chocolate (chocoholismo).

Se descuidó su educación puesto que se pensaba que iba a morir joven. Se casó a los 18 años con María Luisa de Orleans, de 17. Nunca llegó a consumar el matrimonio, por padecer “eyaculación precocísima”: María Luisa falleció virgen diez años más tarde por una apendicitis aguda, según reveló su autopsia.

Dada la preocupación por la falta de descendencia, al año de la muerte de María Luisa, se casó con Mariana de Neoburgo. Sin embargo, a pesar de que los padres de Mariana tuvieron 17 hijos, estos no llegaban.

En su remordimiento, por las reiteradas simulaciones de embarazo por parte de Mariana, el mismo Carlos sospechaba que un hechizo proferido contra él le impedía engendrar. Por esta razón ordenó en 1698 investigar el tema al Inquisidor General, Cardenal Rocaberti.

Concluyeron que el rey había sido víctima de un hechizo, el cual: «Se lo habían dado en una taza de chocolate el 3 de abril de 1675, en la que habían disuelto sesos de un ajusticiado para quitarle el gobierno; entrañas para quitarle la salud y riñones para corromperle el semen e impedir la generación».

Carlos II fue exorcizado mediante una serie de pócimas asquerosas, entre ellas pichones recién muertos sobre la cabeza para evitar la epilepsia y entrañas calientes de corderos para curar sus intestinos, las cuales sólo lograron empeorar su ya delicada salud.

Finalmente, su esposa Mariana se apiadó del pobre enfermo, poniendo fin a los repugnantes remedios y a los embarazos simulados.

Presentaba también fatiga intensa y diarreas frecuentes, muchas de ellas provocadas por las purgas que le recetaban los médicos de la corte.

El 5 de octubre de 1700, el Dr. Goleen escribe: “Su Majestad recibió los Sacramentos e hizo testamento el día 2 aunque se ignora su contenido pues se guarda absoluta reserva.

La enfermedad es grave pues en pocos días ha tenido más de 200 cursos (deposiciones); perdió el apetito y está extenuadísimo, al punto de parecer un esqueleto”

Todavía duró tres semanas más. Enflaquecido, respirando fatigosamente, y tras dos días en coma; precedido de una fiebre alta, murió el día l de noviembre de 1700 “entregando su alma a Dios a las dos y cuarenta y nueve de la tarde”.

Sus últimas palabras fueron, en respuesta a una pregunta de la Reina: “Me duele todo”. Tuvo, después, un ataque de epilepsia, que duró 3 horas, quedando sin señales de vida. Tuvo una convulsión y expiró.

La autopsia desveló que no tenía una gota de sangre, el corazón del tamaño de un grano de pimienta, los pulmones corroídos los intestinos gangrenados, un solo testículo negro y la cabeza llena de agua.

Así termina la amargadísima vida del último rey de los Austrias , no sin antes nombrar sucesor al pretendiente francés a la corona española, el que más adelante sería Felipe V, el primer Borbón.

Aunque esta decisión provocó el que estallara la Guerra de Sucesión, entre los Austrias y los Borbones.

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