«Mantenerse en sus trece». El «Papa Luna»

«Mantenerse en sus trece». El «Papa Luna»

Siguió manteniéndose en su puesto de pontífice, a pesar de recibir todo tipo de presiones para que renunciara. Inmediatamente se comenzó a utilizar, refiriéndose a él, la expresión «sigue en sus trece».

Evidentemente el trece era una clara referencia al número que acompañaba a su nombre papal: Benedicto XIII

Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor nació en el castillo de su familia en Illueca, Zaragoza el año 1328. Era hijo de Juan Martínez de Luna y de María Pérez de Gotor.

Estudió Derecho Canónico en la Universidad de Montpellier, donde estudió el grado de doctor en Decretos y fue militar y docente durante algún tiempo, profesando la carrera eclesiástica durante el resto de su vida.

Fue canónigo en Vich, Tarragona, Huesca y Mallorca . Mas tarde lo fue de Cuenca, arcediano de Zaragoza y preboste de Valencia.

Al ser de alta alcurnia, sus estudios jurídicos y su moral consiguió que la iglesia de Roma y el Papa Gregorio XI se fijaran en él, nombrándole cardenal-diácono con el título de Santa María in Cosmedin el 20 de diciembre de 1375.

En 1377, don Pedro de Luna acompañó al Papa Gregorio desde Aviñón a Roma. Al  hacer esto comenzó el Cisma al oponerse la iglesia francesa a este traslado. Desde 1305 hasta 1377 los papas residían en Aviñón, Francia.

Cuando murió el Papa Gregorio XI, en 1378, fueron elegidos dos Papas:

El 8 de julio de 1378 Bartolomeo de Prignano con el nombre de Urbano VI en Roma

El 18 de septiembre, Roberto de Ginebra con el nombre de Clemente VII en Agnani, Francia.  Se convirtió de esta manera en el primer antipapa del Cisma Occidental dividiendo así al mundo cristiano. Roberto nació en la ciudad Ginebra en 1342. Era el hijo de Amadeo III, conde de Ginebra, y de la noble Mahaut di Auvernia, hija de Roberto VII conde de Auvernia.

Cónclave de 1378

El derecho canónico indicaba que el nuevo papa debía ser elegido en el lugar donde el antiguo papa había muerto, así que el nuevo papa sería elegido en Roma.

Una muchedumbre se reunió en Roma y amenazó a los cardenales de que si no salía elegido un italiano como Pontífice se sublevarían. Como cardenal, Roberto de Ginebra votó para elegir al arzobispo Bartolomeo Prignano de Bar aunque no era cardenal,  como papa Urbano VI el 8 de abril de 1378.

El día 9 de abril los cardenales que se quedaron en Roma (doce) aprueban la entronización del Papa recién elegido aunque varios de ellos se niegan a salir de sus casas por temor a las turbas.

Los días siguientes la situación se tranquiliza, lo que permite que regresen a Roma los demás electores. El 18 el Papa fue coronado por Orsini. El 24 de junio Urbano recibió la carta de aprobación de los cardenales que se habían quedado en Aviñón.

El nuevo pontífice era partidario de una reforma de la Iglesia y desde el inicio no ahorró críticas al modo de vida de los cardenales, tales como Jean de La Grange, que llevaban una vida de lujos y exagerada pomposidad.

También dispensó un trato poco amable a los embajadores de Nápoles y de Fondi granjeándose la enemistad de sus señores. Unos días después de su elección reprendió a los obispos presentes por estar en Roma y no al frente de sus diócesis.

El cardenal obispo de Pamplona, Martín de Zalba, se enfrentó a él negando la acusación, alegando que estaba en Roma como refrendario del Papa.

Urbano VI no estaba de acuerdo con el colegio cardenalicio desde el comienzo de su pontificado. Roberto y trece cardenales franceses formaron una coalición que buscaba reemplazar a Urbano el 2 de agosto de 1378 en la ciudad de Anagni ya que declaró que su elección fue inválida, y que el cónclave había sido celebrado bajo la amenaza de violencia de parte de una muchedumbre.

El 9 de agosto el grupo de Anagni endureció su posición y comenzó a buscar apoyos políticos pues era evidente ya que Urbano no cedería, ni consentiría que se celebrase un nuevo cónclave.

Luego se trasladaron a Fondi donde recibieron también el apoyo militar de la reina de Nápoles, Juana I.

En septiembre Borsano, Corsini y Orsini se unieron a los cardenales de Fondi y el rey francés les apoyö.

El 18 de septiembre, Urbano VI, que ya no contaba con el apoyo de ningún cardenal, decidió nombrar un nuevo colegio: 29 cardenales (20 italianos) y de este modo seguir adelante.

Con estos antecedentes, los cardenales se reunieron en Fondi, una localidad italiana de la provincia de Latina, región de Lazio el 20 de septiembre de 1378. Se produjo un nuevo cónclave que eligió a Roberto de Ginebra quien tomó la denominación de Clemente VII. Era el inicio del cisma.

Francia, Escocia, Castilla, Aragón, Navarra, Portugal, Dinamarca, algunos estados alemanes, Noruega, y los territorios de los Saboya lo reconocieron como papa; por el contrario, los estados italianos, Inglaterra y la mayor parte de los estados del Imperio continuaron reconociendo el papado de Urbano VI.

Clemente VII era un diplomático experimentado.  Se mostró de manera particular astuto, cuando se valió del Santo Sudario, que por entonces se encontraba en una pequeña iglesia de madera en Lirey (diócesis de Troyes), para incentivar a la fe católica y al mismo tiempo generar recursos para su causa.

El 6 de enero de 1390 aprobó una bula, declarando la autenticidad de la reliquia y ofreciendo indulgencias a quienes peregrinaran al lugar donde ésta se encontraba, para venerarla.

Don Pedro de Luna apoyaba al Papa Clemente y se puso a su disposición en Aviñón y actuando en la Península Ibérica como legado pontificio ante los reyes de Castilla, Navarra, Portugal y Aragón.

Desde 1378 hasta 1389 vivió en el reino de Aragón, enfrentándose a Urbano VI y al principio a las monarquías de la pemínsula.

Pedro IV de Aragón se mantuvo neutral con Roma, pero tenía buenas relaciones con Aviñón, así que los aragoneses recibieron bien al cardenal legado.

Esta aptitud fue correspondida por Clemente VII, que otorgó al monarca, en 1379, una décima trienal en sus estados y la fundación de la Universidad de Perpiñán a petición del mismo.

Esta universidad fue una institución educativa del Rossellón que existió desde 1350 hasta 1793. Posteriormente, reabre sus puertas, pero con el nombre de Universidad de Perpiñán Vía Domícia.

El rey Enrique II de Castilla convoca una asamblea para estudiar el asunto en Illescas (diciembre de 1378). Pero no se llega a nada y se decide consultar a otros reinos. Hasta 1380 en que, tras una especie de sínodo en Medina del Campo, el reino se decanta a favor de Clemente.

Se anuncia oficialmente esta decisión en Salamanca en mayo de 1381 aún cuando parte del clero consideraba mejor la solución de la convocatoria de un concilio.

Carlos II de Navarra también se mantuvo neutral. El rey Fernando I de Portugal se decanta por Clemente a fines de 1379, pero reconoció a Urbano en 1381 y volvió a la obediencia a Aviñón el año siguiente, siempre de acuerdo con los movimientos políticos de la corona. Tras la batalla de Aljubarrota (1385) terminarán reconociendo al Papa Urbano.

Urbano VI y Clemente VII, se excomulgaron uno al otro, de esa forma toda la cristiandad se encontró excomulgada. Los fieles católicos estaban confundidos, tenían delante a dos personas que decían y reclamaban ser el representante de Dios y de su Iglesia.

El caos era tremendo, muchas diócesis con dos obispos, monasterios con dos abades, órdenes religiosas con dos generales, parroquias con dos párrocos, etc.

Por ejemplo, los dominicos que contaban con 24 provincias, 19 de ellas dieron su obediencia al papa de Roma, mientras que 5 al papa aviñonés.

El conde de Anjou, Luis I de Anjou, tras encontrarse con Clemente VII pensó en una solución que implicaba el uso de las armas contra el Papa Urbano VI usando la base de Nápoles.

Para ello, la reina Juana adoptaría a Luis I como hijo y el Papa Clemente reconocería oficialmente la adopción, luego este se haría con un ejército que entraría en Nápoles y desde allí comenzaría la guerra contra Urbano.

El 29 de junio de 1380, Juana adoptó a Luis I, haciéndolo su heredero, pero la acción en Nápoles tuvo que esperar debido a la muerte del rey francés.

En respuesta Urbano declaró hereje a la reina Juana, la depuso y nombró rey a Carlos de Durazzo. El 16 de julio de 1381, Carlos III, que tomó ese nombre, se hizo con Nápoles aunque la reina resistió en el Castel Nuovo hasta el 2 de septiembre.

El conde de Anjou no se dio por vencido: se hizo nombrar heredero oficial por el Papa Clemente VII y formó un ejército en mayo de 1382.

Atravesó Italia pero en julio la reina muere o es asesinada y su ejército se dispersó. No teniendo fondos, aunque gana algunas batallas es finalmente arrinconado en Tarento.

Se retira a Bari, luego el conde enferma y muere el 21 de septiembre de 1384. Así, los intentos de acabar el cisma por las armas fallaron.

Se intentaron otras vías para la reconciliación:

  • La via cessionis, que pretendía que uno de los dos papas, o los dos, abdicaran
  • La via compromossionis, con la que se aceptaba el arbitraje de un tercero y se acataba la decisión final de este.
  • La via concilii, que consistía en que los dos papas debían aceptar el juicio de un concilio ecuménico.

Urbano VI murió en 1389. Se pensó que con su muerte se llegaría al final del conflicto, sin embargo, los cardenales fieles al difunto papa escogieron al cardenal Piero Tomacelli como su sucesor.  El nuevo pontífice romano tomó el nombre de Bonifacio IX.

Falleció Clemente VII el 16 de septiembre de 1394 en Aviñón,y fue sepultado en la Catedral de Notre Dame de París, pero en 1401 fue trasladado a la iglesia de los Celestinos. Se reunieron en cónclave en Aviñón, a pesar de la negativa de los reyes, y eligieron pontífice al cardenal Pedro de Luna, quien tomó el nombre de Benedicto XIII.

El cisma recrudeció, en la sede de Roma, a Bonifacio IX, le sucedió primero Inocencio VII (1404-1406) y luego Gregorio XII (1406-1415).

Pedro de Luna en cambio permaneció siendo pontifice hasta el fin del cisma. Este era de carácter mucho menos manejable que su antecesor, los franceses cambiaron de bando y se inclinaron por encontrar una solución.

En 1407 se estuvo a punto de dar una solución al problema, los dos papas de entonces, Gregorio XII y Benedicto XIII, acordaron encontrarse en Savona, para abdicar conjuntamente y dar paso a una nueva elección. Sin embargo, los dos se arrepintieron y no estuvieron dispuestos a ceder el poder.

El Concilio de Pisa

El concilio comenzó el 25 de marzo del 1409, inmediatamente fueron llamados los dos papas a comparecer en calidad de acusados pero no se presentaron. Fueron depuestos el 5 de junio como herejes y cismáticos, basándose en las teorías de Ailly y Gerson.

Los 24 cardenales presentes se reunieron en cónclave inmediatamente y eligieron como nuevo Papa a Pedro Philargés, franciscano, humanista, profesor en Oxford y en París y de origen cretense, quien tomó el nombre de Alejandro V.

El concilio en vez de ser la solución, empeoró la situación, se pasó de tener dos Papas a tener tres. Alejandro V solo duró un año en el cargo, puesto que murió en Bolonia al año siguiente de su elección.

Su sucesor, Baldassare Cossa, será elegido por los cardenales pisanos el 17 de mayo de 1410, y tomará el nombre de Juan XXIII, para lo cual fue ordenado sacerdote el 24 de mayo y consagrado papa al día siguiente.

Benedicto XIII, reconocido por Aragón, Navarra, Castilla y Escocia, se retiró a Barcelona y después, en 1411, a Peñíscola. Por su parte, Gregorio XII se vio obligado a huir a Gaeta y a Rímini por la deserción de los venecianos.

El Concilio de Constanza

comenzó el 5 de noviembre de 1414. Una vez reunida la asamblea, todo se puso a discusión:

Los derechos del concilio, del Papa, del Emperador, organización de los escrutinios (individualmente o por «nación»), reforma de la Iglesia, entre otros temas.

Juan XXIII, que era el único de los tres Papas que estaba presente, se enemistó pronto con Segismundo y en vez de abdicar, huyó de noche disfrazado.

Fue destituido, arrestado y hecho prisionero el 29 de mayo de 1415. En cuanto a Gregorio XII hizo leer un decreto por el que convocaba el concilio de Constanza ante Segismundo y renunció al pontificado.

Las negociaciones de Morella

Poco antes de la reunión del concilio, en 1414 se reunieron en Morella el rey de Aragón Fernando de Antequera, fray Vicente Ferrer y el papa Benedicto XIII en un intento de solucionar el cisma con la renuncia de este último.

El 18 de julio de 1414 hizo su entrada en Morella, a requerimiento del rey que se encontraba allí desde unos días antes, el papa Benedicto XIII. Entró a lomos de una mula y fue llevado bajo palio portado por el rey Fernando y otros caballeros hasta la iglesia Arciprestal.

Fernando mandó venir desde Castilla a Vicente Ferrer, que se hallaba predicando por aquellas tierras. El 15 de agosto se celebró la solemne misa, famosa en la historia de Morella, por concurrir a ella un Rey, un Papa y un Santo.

Las negociaciones duraron hasta que llegó la noticia de la muerte del rey Ladislao de Nápoles el 6 de agosto, sin haber dejado sucesión directa, lo que obligó al rey a abandonar Morella.

El Papa volvió a Peñíscola a mediados de septiembre, y nunca renunció al papado, muriendo el 23 de mayo de 1423.

Ya solamente quedaba Benedicto XIII y Segismundo viajó a Perpiñán para reunirse con él, pero no pudo vencer su intransigencia. Esto determinó a Castilla, a Navarra y a Aragón a abandonarle y comparecer ante el concilio, en el cual estuvieron representadas desde entonces seis autoridades:

La italiana, la francesa, la imperial, la inglesa, la navarra y la castellana.

Benedicto XIII fue finalmente depuesto por el Concilio el 26 de julio de 1417 como cismático y hereje. Mientras tanto los principales impulsores del Concilio de Constanza estaban empeñados en la realización de la reforma de la Iglesia «en su cabeza y en sus miembros».

Proclamaron el 6 de abril de 1415 la superioridad del concilio sobre el Papa y que la autoridad de la Iglesia no reposaba ni sobre el Papa ni sobre los cardenales, sino sobre la agregatio fidelium, cuya expresión la constituían las naciones.

A pesar de la infatigable lucha de Clemente para ser reconocido como verdadero papa, con la reunificación del papado en Roma en el Concilio de Constanza, se fijó que la línea de Aviñón se consideraría no canónica y que por tanto el verdadero sucesor de Gregorio XI era Urbano VI.

Otón Colonna fue elegido casi unánimemente el 11 de noviembre de 1417 y tomó el nombre de Martín V, quedando de este modo abierta la vía para restablecer la unidad en la Iglesia Católica. Dando por finalizado un cisma de casi medio siglo.

Benedicto XIII, el Papa Luna, siguió imperturbable en su postura y murió en 1423, a los 96 años en Peñíscola, a donde había mudado su sede, en el antiguo castillo de la Orden del Temple.

Sus cardenales eligieron a su sucesor, Gil Sánchez Muñoz, que tomó el nombre de Clemente VIII, último papa de la obediencia de Aviñón, en el Salón del Cónclave del castillo de Peñíscola, lugar donde residió hasta su abdicación en 1429.

Esta se produjo en 1429 en San Mateo, Castellón, debido a las presiones políticas del rey de Aragón, Alfonso V, por entonces ocupado en la conquista del Reino de Nápoles.

Sucesos después de la muerte de Benedicto XIII, el Papa Luna

«Para castigo del orgullo del Papa Luna, algún día, con su cabeza jugarán los niños a modo de pelota.»

San Vicente Ferrer

El Papa Luna murió en Peñíscola el 23 de mayo de 1422, a los 95 años, donde fue sepultado y su cuerpo embalsamado se conservó intacto. Más tarde sus restos fueron llevados a su castillo natal, en Illueca.

Dentro de una urna, fue venerado como un santo, hasta mediados del siglo XVI.  Un sacerdote italiano llamado Juan Porro, enterado de la adoración herética destrozó la urna con su cayado. El arzobispo de Zaragoza ordenó clausurar el oratorio.

A principios del siglo XVIII, las tropas francesas que apoyaban a Felipe V asaltaron el castillo durante la Guerra de Sucesión. Los descendientes de la familia Luna eran partidarios del bando de los austrias, como todos los nobles de la Corona de Aragón.

Se cuenta que los franceses separaron a culatazos la cabeza del cuerpo del cadáver en represalia por la escasez de oro encontrada en el recinto, y arrojaron su cuerpo al río Aranda.

Sólo pudo pues conservarse la calavera, que pasó a manos de la familia Luna. Vicente Blasco Ibáñez cuenta todos estos avatares en su novela histórica «El Papa del mar».

Tiempo después, la familia Luna llevaron la calavera de don Pedro al palacio de Sabiñán (Zaragoza).

Robo del cráneo del Papa Luna

De la capilla del palacio de los condes de Argillo fue sustraída la calavera el 7 de abril de 2000.

La Policía Judicial investigó el hecho, considerado como muy grave y como un expolio para el patrimonio cultural e histórico de Aragón.

Por otra parte, el párroco de Sabiñán declaró a la Cadena Cope de Zaragoza que había recibido la semana anterior de un supuesto catedrático de Historia de la Universidad de Valencia interesado en la urna del Papa Luna así como en la Casa-Palacio de Argillo.

El párroco añadió que la persona que telefoneó desconocía aspectos propios de un catedrático de Historia y que hizo caso omiso cuando le remitió al Ayuntamiento de la localidad zaragozana.

El 27 de julio de 2000 mandaron un primer anónimo:

HOLA SIQUEREIS LA CABEZA DEL PAPA LUNA REBELAR LAS FOTOS Y LAS BEREIS. YO ME PONDRE EN CONTACTO CON BOSOTROS. ME LLAMO JESUS ANTONIO EL COLECCIONISTA

El 20 de agosto de 2000 se recibió un segundo anónimo:

OLA SEÑOR JAVIER COMO USTED YA SABRA TENGO EN MI PODER EL CRANEO ASI QUE ESIJO UN MIYON DE PESETAS.

El 12 de septiembre de 2000 recuperaron el cráneo

La investigación se había intensificado en las últimas semanas tras la recepción de un tercer anónimo en el Ayuntamiento de Illueca.

En los dos anteriores, los ladrones (dos hermanos de Sabiñán) habían pedido un rescate de un millón de pesetas por el cráneo. Se citaron con el alcalde Javier Vicente, del Partido Aragonés, en un parque de Zaragoza (la Arboleda de Macanaz) que al final no dio resultado.

En este tercer anónimo se apuntaba, al parecer, la posibilidad de que se hubiera vendido a unos anticuarios de Valencia.

Declaración de Bien de Interés Cultural del cráneo fosilizado de Benedicto XIII

El 22 de noviembre de 2000 apareció en el Boletín Oficial de Aragón:

RESOLUCIÓN de 13 de septiembre de 2000, de la Dirección General de Patrimonio Cultural, por la que se incoa expediente de declaración de Bien de Interés Cultural del cráneo fosilizado de Benedicto XIII, conocido como «Papa Luna».

Y el 19 de enero de 2001:

NOTIFICACIÓN de la Dirección General de Patrimonio Cultural, por la que se procede a notificar a los interesados doña María de los Ángeles de Torres y Olazábal, doña Isabel María de Olazábal y Churruca, don Pedro María de Olazábal y Castro y al Ayuntamiento de Artieda (Zaragoza), la iniciación del expediente para la declaración de Bien de Interés Cultural a favor del cráneo atribuido a Benedicto XIII (Papa Luna).

el 15 de junio de 2002 se practicó una prueba de carbono 14 que concluyó que el cráneo era de la época del Papa Luna.

Este informe fue remitido al Juzgado de Instrucción de La Almunia de Doña Godina. El Instituto Nacional de Toxicología envió a una empresa de los Estados Unidos una pequeña muestra de un gramo que fue guardada cuando los forenses compactaron las dos partes del cráneo después de que sufriera los embates de diversos traslados hasta que fue recuperado por la Guardia Civil.

El alcalde de Illueca, José Javier Vicente, manifestó su alegría por la noticia del informe:

«Para nosotros, el cráneo posee un valor turístico tremendo», destacó. «Ahora, hay que empezar a hablar con la familia propietaria del Palacio de Argillo de Sabiñán, donde estaban el cráneo y la urna, ya que al estar declarado un Bien de Interés Cultural (BIC) por el Gobierno de Aragón, no puede ser vendido fuera de la Comunidad Autónoma», agregó.

El 27 de diciembre de 2004 los forenses concluyen que el cráneo robado en Saviñán es del Papa Luna.
(Ramón J. Campo, Heraldo de aragón)

Después de tres años de complejos análisis, los restos de Benedicto XIII se autentifican. Se usó el carbono 14, dos escáner y una reconstrucción virtual sobre sus retratos.

Los forenses tuvieron que recomponer el cráneo durante seis meses después de que la Guardia Civil lo recuperara en septiembre de 2000. Para unir las piezas en las que se descompuso después de la sustracción (cuatro trozos grandes y otros fragmentos menores) utilizaron cola de carpintero porque era reversible y permitía no distorsionar el objeto del estudio.

La primera prueba concluyente llegó de Estados Unidos, a donde el Juzgado de La Almunia, previa autorización del Ministerio de Justicia, remitió muestras del cráneo para que fueran datadas con el proceso del carbono 14.

El laboratorio Beta Analytic determinó con un 95 % de fiabilidad que los restos óseos procedían del período 1310 a 1440, y entre 1400 y 1425, con un 68%. Ambas fechas son compatibles con el año 1423 en el que los historiadores fijan la muerte del Papa aragonés.

Pero este no era un dato definitivo. A partir de allí, Baena consultó con expertos como el forense del 11-M, José Luis Prieto, el profesor de Antropología de la Complutense José Antonio Sánchez y el paleopatólogo Francisco Echevarría de la Universidad del País Vasco (experto que ha colaborado en el análisis de los restos de fusilados en la Guerra Civil).

El forense zaragozano demostró que es un varón aplicando criterios internacionales de antropología sobre «diformismo sexual». El perito advierte signos inequívocos de su sexo: la glabela o saliente de la nariz, el reborde obitario sobre la ceja, la región frontal, el agujero occipital, el mastoides (detrás de la oreja) o la línea mucal (final del occipital).

Data de la muerte; sexo; luego llegó la edad. Benedicto XIII murió a los 95 años en una época en la que la esperanza de vida apenas llegaba a los 50. Ayudado por dos escáner hechos por el neurocijano José Aso, el jefe de Radiología Javier Pons, ambos de la MAZ, y el neurocirujano de la Clínica Quirón Nicolás Fallet, se colige que era un anciano de más de 80 años.

En las detalladas imágenes se ven suturas características de la vejez en diez puntos del cráneo, aplicando parámetros internacionales. También detectan signos degenerativos como focos de artrosis en el agujero occipital o «forum magnum», en los alveolos que sujetan los dientes (apenas le quedaban cuando falleció) o el adelgazamiento de los huesos de la bóveda parietal.

El relicario de San Valero fue clave para reconstruir la imagen. El busto del patrón de Zaragoza que se conserva en la Seo, orfebrería gótica del taller de Avignon (Francia) fue un regalo del Papa Luna en 1397. El escudo de su casa en la base y el parecido físico lo atestiguan.

Los forenses encargados del examen del cráneo del Papa Luna han recorrido las parroquias de la comarca de Calatayud en busca de documentos que atestiguaran si había descendientes directos de Pedro Martínez de Luna y Gotor.

Se entrevistaron con los párrocos de iglesias como la de Gotor para determinar si el árbol genealógico podía conducirles a un familiar de la línea materna de Benedicto XIII para realizar la prueba de ADN mitocondrial.

En el informe que remitieron al Juzgado de La Almunia de Doña Godina, explicaban:

«hasta la fecha no ha sido posible» localizarlo, si bien no descartan que pueda aparecer y, de esta forma, completar una «identificación genética». Las muestras enviadas (un trozo con vello tomado de la base del cráneo) por los peritos al Instituto de Toxicología de Barcelona para examinar el ADN nuclear no dieron resultado.

Los expertos del laboratorio de Biología recibieron el tejido en abril de 2003 y un año después concluyeron que era imposible extraerlo después de aplicar la técnica conocida como PCR.

Los forenses acometieron la compleja superposición del cráneo sobre las imágenes conocidas del Papa Luna en la abundante bibliografía que han manejado para su exhaustivo informe de 35 folios en el que se adjuntan más de 30 imágenes de las pruebas practicadas.

Tenían el hándicap añadido de que el cráneo que se examinaba carecía de la mandíbula por lo que debían centrarse en la parte superior de la cara. Además, Benedicto XIII tenía una prominente nariz aguileña, que aparece en algunos retratos de la época, aunque este defecto físico era disimulado o muy matizado por los artistas que lo retrataban o esculpían.

Para compararlo lo mejor era el busto relicario de San Valero, obra que salió del taller de Avignon y fue regalada por el Papa Luna a la Seo en un viaje que hizo a Aragón en 1397, tres años después de ser nombrado cabeza visible de la iglesia y mucho antes de que fuera declarado hereje y antipapa.

La ventaja de la escultura realizada por el orfebre era que no sólo daba una perspectiva frontal de la cara sino que ofrecía su imagen en diferentes ángulos por lo que facilitaba esta superposición de las imágenes. El examen que practicaron los forenses se hizo con fotografías frontales y laterales, ya que la parte trasera del cráneo del busto está cubierta con la mitra y no daba posibilidad de examinarlo.

Las fotografías fueron sometidas a una medición rigurosa que permite dar fiabilidad a la singular reconstrucción. Esta técnica ha sido empleada en alguna ocasión anterior por los forenses zaragozanos cuando era imposible determinar la identidad del fallecido en casos como el conocido como «crimen de Luceni o de la Pepona» (nombre de la finca donde fue encontrado el cuerpo sin vida de José García García, de 47 años).

En este homicidio, descubierto en 1995, cuatro años después de perpetrarse, el cadáver fue enterrado en una finca al lado del curso de agua que desfiguró por completo su fisonomía.

El forense y neurocirujano José Aso, colaborador en el informe del cráneo del Papa Luna, llevó acabo entonces una reconstrucción modélica del fallecido, lo que permitió su identificación exacta al cotejarla con las fotografías del finado.

El forense Salvador Baena, ayudado por su compañero José Manuel Arredondo, describieron una serie de similitudes antropológicas que no dejan lugar a dudas de la autenticidad del cráneo.

Se destacan las enormes similitudes entre el cráneo y el busto relicario en los perfiles examinados al nivel molar (el hueso interno de la cara situado bajo los mofletes), orbitario (encima de las cejas) o del maxilar superior.

Una vez concluido el examen, los forenses mantienen el cráneo como pieza de convicción del juicio por el robo en el Instituto de Medicina Legal de Aragón, aunque cabría hacerle un molde y reconstruir su cara, como hizo la DGA con el Conde de Aranda.

Una vez demostrado que el cráneo robado en Saviñán en 2000 pertenece al Papa Benedicto XIII, se abre un interrogante sobre el destino final de esta maltratada reliquia. La DGA quiere proteger este Bien de Interés Cultural. Illueca reclama que vaya al palacio natal del Papa.

La leyenda del Castillo de Papa Luna

Papa-Luna-1

Desde el 23 de noviembre de 2007 la figura de Benedicto XIII, el Papa Luna, custodia el castillo de Peñíscola. La escultura es del artista Sergio Blanco, más conocido por su faceta musical en los grupos Mocedades y Sergio y Estíbaliz.


Cuenta la leyenda que cuando el Papa Luna decidió regresar a España, lo hizo por mar. A mitad de travesía se desató una tormenta que hacía presagiar lo peor.
El navío iba de un lado a otro violentamente luchando contra el mar enfurecido. La tripulación pensaba que era un castigo de Dios.
El Papa Luna pensó que únicamente le faltaba tentar abiertamente a la Providencia. Fueron todos sus acompañantes los que contaron lo que allí sucedió.
El Papa Luna, en medio de aquella tempestad, se dirigió a proa y allí, manteniendo el equilibrio gritó mirando al cielo:
-Decidme ¿soy yo Benedicto XIII?
Pero hubo una respuesta que aterrorizó a todos. Un gran trueno y relámpago les paralizó.
Pero el Papa Luna no se rindió. Y empapada su ropa y con el cabello completamente mojado irguió su barbilla y con una mirada dura y altiva volvió a mirar al cielo.
-¡Hunde el barco, Dios todopoderoso, si alguna vez te he fallado en algo o demuestra mi inocencia calmando el mar!
Y para mayor asombro de toda la tripulación, la lluvia cesó, el viento huracanado se convirtió en una suave brisa y el mar embravecido se transformó en aguas tranquilas.
-¡Proa a Peñíscola!-gritó el Papa Luna.
Los tripulantes ya nunca dudaron que él era el único Papa reconocido por Dios.


Cuenta otra leyenda que en Florencia estaba encerrada una mujer acusada de brujería. Una noche tuvo un sueño en el que veía que envenenaban al Papa Luna.
Aprovechando que un grupo de soldados partían hacia Aragón, hizo todo lo posible para entrevistarse con ellos y contarles su presentimiento.
-Debéis avisad a Benedicto XIII. Le quieren envenenar con arsénico. Además, será su más fiel amigo que le dará un “citronet” espolvoreado con el veneno.
Y fuera casualidad o no, Pedro de Luna comió su dulce favorito.
Sus médicos particulares enseguida reconocieron los síntomas de un envenenamiento.
Provocaron los vómitos de Benedicto XIII y después le dieron una tisana que era una fórmula medicinal de un médico judío.
A pesar de pasar días con dolores insufribles y entre la vida y la muerte, dicen que estas hierbas hicieron que se recuperara sin ninguna explicación.

Los envenenadores fueron descubiertos y ejecutados en la playa de Peñíscola.

Esta fórmula magistral es la llamada Tisana del Papa Luna que todavía se sigue ofreciendo en Peñíscola.

El brebaje medicinal está considerado como un remedio valenciano clásico y tradicional, que fue prescrito durante los siglos XV, XVI y XVII como remedio de probada eficacia para evitar flatos, dolores de cabeza, tensiones estresantes, y dolencias de riñón.

La receta de la Tisana del Papa Luna lleva diferentes semillas en proporciones exactas:

Semillas de coriandro, de anís, de hinojo, de alcaravea y de comino, raíces de regaliz y de díctamo y canela; todos componentes que pueden encontrarse en el entorno local de Peñiscola y en la próxima Serra d’Irta.


Cuando el Papa Benedicto XIII quiso huir del castillo de Peñíscola, construyó él mismo en una noche una escalera en la piedra para acceder al mar.

Perdió su anillo papal, una valiosa joya que cayó al mar y que nadie ha logrado encontrar desde entonces.

También poseía el Códice Imperial, un enigmático pergamino escrito por el emperador Constantino, tan sagrado como prohibido, que sólo podían hojear los pontífices y sus más allegados cancilleres, dada su vital trascendencia para la perpetuación de la Iglesia.

El papiro estaba guardado en una cánula de oro y se revelaba un enigma hacía tambalear la fe, motivo por el cual los papas lo habían custodiado en secreto desde los inicios del cristianismo. No se logró encontrar el Códice Imperial en ninguno de los rincones de la atalaya de Peñíscola.

Una de las versiones de esta leyenda cuenta que, considerando el constante peligro que corría el Papa Luna en su exilio, él escondió el valioso pergamino fuera del Castillo de Peñíscola, en otro lugar, con la ayuda del maestro mudéjar Mahoma Rami.

Él dirigía las obras de Benedicto XIII en Aragón y se consideraba «el maestro de confianza del Papa Luna». Así que la cánula con el Códice Imperial podía haber sido enmurallada en una de las edificaciones relacionadas con el mecenazgo del Papa Luna.

Actualmente el cráneo Benedicto XIII se lo disputan cuatro ciudades:

Illueca, Sabiñán, Peñíscola y Zaragoza. Sabiñán pide que retorne al lugar del que fue sustraído, Peñíscola queda descartada ya que al ser un bien cultural no puede salir de Aragón, Zaragoza pide que se deposite en su museo ya que es un lugar seguro y en Illueca le espera la capilla de su castillo natal en la que de momento reposa una replica.

Decidirán los juzgados, mientras el cráneo espera su nuevo destino en algún almacén del depósito del museo provincial de Zaragoza. El litigio durará años, pero aún cuando se resuelva la profecía parece no tener fin…

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Para leer mas

https://es.wikipedia.org/wiki/Clemente_VII_(antipapa)

https://es.wikipedia.org/wiki/Universidad_de_Perpi%C3%B1%C3%A1n

https://es.wikipedia.org/wiki/Cisma_de_Occidente

http://www.religionenlibertad.com/de-benedicto-xiii-el-antipapa-espanol-que-siguio-en-sus-trece-26519.htm

https://es.wikipedia.org/wiki/Benedicto_XIII_de_Avi%C3%B1%C3%B3n

http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=9926

http://www.heraldo.es/especiales/papaluna/

http://seronoser.free.fr/tausiet/palabras/palabras054.htm

https://www.calatayud.org/noticias/ENERO-15/060115_9.htm

http://www.joseguadalajara.com/hp-el-craneo-del-papa-luna/

http://blog.comprarcasa.com/leyendas/la-leyenda-del-castillo-de-papa-luna/

https://cuentanlosviejosdellugar.blogspot.com.es/2017/06/la-leyenda-de-el-papa-luna-y-el-codice.html?m=0

http://blogs.20minutos.es/yaestaellistoquetodolosabe/cual-es-el-origen-de-la-expresion-estar-en-sus-trece/

http://rtecasajaime.blogspot.com.es/2013/05/el-papa-luna-entre-la-historia-y-sus.html

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16 comentarios en “«Mantenerse en sus trece». El «Papa Luna»

  1. De donde viene la frase mantenerse en sus trece

    Esa frase no viene de la tenacidad de Benedicto XIII ante las arbitrariedades del poder político.
    Viene como cuenta muy bien Adro Xavier del juego de las 15 donde los jugadores se paraban en la carta 13 para así no pasarse

    También mas adelante se decía de las controversias Judía de Tortosa donde los judíos al llegar al punto 12 se paraban porque al llegar al 14 era abjurar de sus creencias Dichas controversias judías las impulso Benedicto XIII, Así que seguir en sus trece, sería sinónimo de no renuncia al judaísmo, o falso converso.

    Por otro lado no confundir Tenacidad, con terquedad Hasta donde yo llego Benedicto XIII, como luego se encargaría, el concilio de Trento y posteriormente el concilio vaticano I, tenia toda la razón un concilio nunca puede estar por encima del papa y es éste quien debe libremente convocarlo

    Una cosa, es cabezonería y otra tenacidad, Benedicto XIII, demostró TENACIDAD, es decir, defendió aun a costa de su vida lo que le dictaba su conciencia, el propio san Vicente Ferrer aunque dejó su obediencia por las muchas presiones que recibió dijo que Era el verdadero papa, pero que debía renunciar. Para mi es uno de los grandes papa que ha dado la Iglesia, creo que su titulo correcto es ” Papa en la Obediencia de Avignon”
    “Mantenerse en sus trece”
    Sigamos con los números. El trece, como se sabe, es considerado número de mala suerte. Incluso se ha llegado, por ejemplo, a suprimir el número de las habitaciones de algunos hoteles y hay tiquetes de avión que se consiguen más baratos esa fecha. “Mantenerse en sus trece”, cuyo significado no es otro que mostrar cierta testarudez, opinión inconmovible o propósito obstinado, no tiene nada que ver en realidad con la superstición. Fue, en cambio, la actitud que asumió Benedicto XIII, el llamado ‘papa Luna’ y cuyo nombre era Pedro Martínez de Luna, quien se negó de manera rotunda a acatar las decisiones conciliares para poner fin al Cisma de Occidente. De ahí, pues, el origen de la frase: un papa obstinado, español, fallecido en 1424, número trece de los Benedictos, a quien poco le importó el Cisma, periodo durante el cual hubo tres papas a la vez.

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    1. Muchas gracias por tu comentario y por tus aportaciones para mantenerse en sus trece. Este artículo es sobre todo para aportar datos sobre el Papa Luna y una de las frases que se asocian a él es esta. Pero eso no significa que ese sea su origen. Saludos

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